Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
En las últimas semanas, entre líderes de oposición de la Ciudad de México ha empezado a crecer la desconfianza sobre la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, a quien la empiezan a ver como factor de división, jalando para su molino y ya no para el proyecto pactado de apoyar la causa de los panistas, principalmente Lía Limón y Santiago Taboada, alcaldes de Álvaro Obregón y Benito Juárez.
Por eso hay quienes le empiezan a llamar “Sandra de Troya”, porque creen que su presencia en la oposición puede ser una especie de infiltrada, acaso de su jefe político, Ricardo Monreal, quien se perfila como el candidato de Morena a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Esta sospecha sobre Sandra Cuevas tomó nueva fuerza en los últimos días por dos hechos significativos. El primero: organizó una reunión de alcaldes a la que no asistieron Limón ni Taboada, pero tampoco otro panista, Mauricio Tabe, de Miguel Hidalgo. En ese encuentro, de manera abierta, Cuevas y el alcalde de Cuajimalpa, el priista Adrián Rubalcava, evidenciaron su alianza para dificultar el camino a los panistas.
Después, el pasado miércoles, Cuevas hizo un mitin para pretender justificar la muy polémica “Operación Diamante”. Al finalizar su evento, los acarreados de la Alcaldía comenzaron a corear: “¡jefa de Gobierno, jefa de Gobierno!”. Ella respondió: “Se escucha bonito”.
Y sí, se escucha lindo el canto de las sirenas, esas falsas posibilidades que pueden llevar a la perdición, según el mito en La Odisea de Homero, pues si Cuevas pretende competir por la candidatura de la oposición a la Jefatura de Gobierno, lo único que va a ocurrir es que debilitará la alianza. ¿Será la pretensión? Otra posibilidad es que Cuevas se convierta en candidata de Movimiento Ciudadano a la Jefatura de Gobierno, para reventar las posibilidades de la oposición y que ello beneficie a Monreal.
Estos dos hechos han generado confusión entre panistas de la CDMX, los mismos aquellos que apoyaron a Cuevas en sus muchos momentos difíciles de escándalos políticos, respaldo gracias al cual el gobierno de Claudia Sheinbaum no pudo tumbarla de la Alcaldía, como lo pretendió.
El otro brazo fuerte que ha ayudado a Cuevas a superar líos legales –por golpear policías, traer placas sobrepuestas en su camioneta, arrojar dinero a la gente– es Ricardo Monreal, clave para también atemperarla cuando su narrativa era que se encargaría que Sheinbaum jamás sea presidenta de México. Este discurso hostil no se repitió después de la reunión de Sheinbaum y Monreal en las oficinas del GCDMX, en febrero pasado. Cuevas, hasta la fecha, le tiene que rendir cuentas políticas al zacatecano como alcaldesa de la Cuauhtémoc.
Hay otros hechos que no ayudan a Cuevas hoy con la oposición, como ahora que la acusan de haber emprendido una ‘limpieza social’ contra grupos desprotegidos de la Cuauhtémoc con el pretexto de la “Operación Diamante”, que también va contra sectores empresariales que han mandado señales de enojo a líderes panistas, y otros casos de agresiones a personas de la tercera edad que lanzó del Kiosko Morisco donde se reunían los fines de semana para baile cultural y recreativo. También carga ataques contra la libertad de expresión y periodistas.
Las sospechas sobre Sandra Cuevas ahí están y creciendo. Pero no es la única: creen que puede haber otro “Caballo de Troya” en la oposición chilanga, el priísta Adrián Rubalcava, alcalde de Cuajimalpa, que además trae aliados. Pero esa es otra historia.
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