Por ello, sin duda es mayoritario el hartazgo de los capitalinos contra el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena, y ahí puede estar su derrota en la CDMX. FOTO: X / CDMX Magacín
Por ello, sin duda es mayoritario el hartazgo de los capitalinos contra el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena, y ahí puede estar su derrota en la CDMX. FOTO: X / CDMX Magacín

Mensaje Político

Alejandro Lelo de Larrea


Por más que Clara Brugada pague para que se difundan encuestas cuchareadas, como la de hace unos días de la empresa Mitofsky, en que le conceden una supuesta ventaja de 16 puntos, ni el encuestador ni ella se la creen. Brugada debería saber que, históricamente, los chilangos son antisistema.

Por ello, sin duda es mayoritario el hartazgo de los capitalinos contra el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena, y ahí puede estar su derrota en la CDMX.

El termómetro de ello, aunque se resistan a reconocerlo y se autoengañen con cifras maquilladas fue la manifestación del domingo pasado, en que muchas decenas de miles de personas abarrotaron el zócalo capitalino, de manera voluntaria, sin ser acarreados. En las dos últimas décadas, el único que llenaba el zócalo era López Obrador, aunque siempre utilizó a la estructura del Gobierno de la CDMX para movilizar gente. Acarreados, pues.

A lo largo de la historia, los habitantes siempre han sido antisistema. Esa fue la razón por la que se decidió que el presidente controlara políticamente a la ciudad, al no concederle siquiera un gobernante, sino dejarla en un nivel inferior, una Regencia a cargo de un jefe del Departamento del Distrito Federal (DDF), que podía remover a su gusto el primer mandatario.

Desde la primera década de lo que fue el partido origen del PRI hegemónico, los habitantes de la capital demostraron ser antisistema, contrarios al gobierno de Lázaro Cárdenas. En las elecciones de 1940 el candidato oficial, Manuel Ávila Camacho perdió ante el derechista Juan Andrew Almazán, al menos en la capital del país. Esa enorme fuerza social del DF fue esencial para la fundación del Partido Acción Nacional, en 1939.

Durante el sexenio de Ávila Camacho hubo otro intento de construir una candidatura desde el DDF. Se trató de Javier Rojo Gómez, quien pudo avanzar en su proyecto gracias al padrinazgo político del ‘hermano incómodo’ de aquella época, Maximino Ávila Camacho. A la hora de la sucesión los frenó el candidato presidencial Miguel Alemán.

En las elecciones de 1988, en que se afirma hubo un fraude electoral en contra de Cuauhtémoc Cárdenas, el único triunfo que le reconocieron a su movimiento fue en la capital del país. Por eso Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo accedieron al Senado. A Cárdenas le ofreció la Regencia del DDF el candidato vencedor, Carlos Salinas, pero la que rechazó.

Para el siguiente sexenio, en 1997, la presión social de los capitalinos obligó a la reforma política del DF y que se eligiera jefe de Gobierno: Cárdenas ganó. Ese hecho sembró la semilla que catapultó a López Obrador. En el 2000 triunfó la oposición ante lo que sería el gobierno de Vicente Fox. En 2006, 2012 y 2018 también la gente en la capital votó en contra del sistema.

En 2021 se repitió la historia: los chilangos votaron contra el régimen de Morena, que perdió la mayoría de las Alcaldías y quedó en segundo lugar en el resultado global. Esa tendencia no se ha revertido, por más que difundan encuestas truqueadas. Por eso, el escenario más probable apunta al triunfo de Santiago Taboada. No se sostiene la especulación de que Claudia Sheinbaum quiera entregarle la ciudad a Taboada en una negociación, porque sería darse un tiro en el pie. Lo que no tiene vuelta de hoja es que si ganan Taboada y Sheinbaum, ella estará obligada a reconocerle su triunfo, si quiere aumentar el estrecho margen de gobernabilidad que tendrá. Lo veremos.

David Polanco

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