Para Contar
Arturo Zárate Vite
En el poder legislativo están llegando al callejón de las trompadas, por las difamaciones, injurias y calumnias que se intercambian sus integrantes, cada vez con más ácido y todas dichas al amparo del artículo 61 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
¿Qué dice el artículo 61?
“Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.
El presidente de cada cámara velará por el respeto al fuero constitucional de los miembros de la misma y por la inviolabilidad del recinto donde se reúnan a sesionar.
Así que pueden decir misa si quieren.
Están protegidos y protegidas de posibles delitos de honor; plenamente garantizada la libertad de expresión en el ejercicio de sus funciones parlamentarias.
La verdad, no es nada nuevo que levanten la voz y se insulten. Hay una larga lista de ejemplos y prácticamente nadie ha sido denunciado por hacerlo o acusado ante autoridad judicial.
En el Senado, en la actual legislatura, la morenista María Guadalupe Chavira soltó una frase que ahí quedará para la historia:
“La impunidad de la lengua tiene límites”.
Lo hizo como parte de su breve exposición desde su escaño en la que solicitó a la presidencia de la mesa directiva gestionar que la Fiscalía General de la República la llame para aclarar y responder a imputaciones de la senadora panista Lilly Téllez en el sentido de que sus adversarios pertenecen o son cómplices del crimen organizado.
¿Y puede hacer algo el presidente de la mesa directiva para impedirlas o acallarlas?
Nada porque su obligación es que se cumpla la ley y le corresponde velar por el respeto al fuero constitucional de los legisladores.
Se desconoce si la senadora Téllez formalizaría su denuncia. Lo más probable es que no lo haga, porque lo más seguro es que no tenga pruebas. Solo buscaría dañar la imagen de la mayoría legislativa.
Tampoco lo va a conseguir, porque ya lleva meses, años con los insultos y la gente sigue votando por Morena.
Además, debemos recordar que esta legisladora llegó al Senado desde 2018 con la camiseta guinda y esto también lo sabe el pueblo, así que le resta autoridad y credibilidad, aunque ahora vista de azul.
Les decíamos que hay más ejemplos de ese tipo de conductas. En el diario de los debates están los nombres de Irma Serrano, Layda Sansores, Xóchitl Gálvez, Kenia López Rabadán, entre otros.
En el caso de los varones la efervescencia ha llegado a empujones y jaloneos, como los recientes derivados de las ofensas de la oposición al senador Miguel Ángel Yunes Márquez por votar igual que la mayoría; y en la anterior legislatura Gustavo Madero rodó por los suelos cuando intentó impedir que rindiera protesta la nueva titular de la CNDH Rosario Piedra.
Han subido de tono los insultos, no son nada menor los calificativos de narcos y traidores que se endilgan unos y otros.
Están llegando al “callejón de las trompadas”, como en su tiempo llamaron escolares de Aguascalientes a la calle donde acudían al salir de la escuela para dirimir a golpes sus diferencias.
Hay roces que podrían ir más allá, no nada más entre legisladores, también entre legisladoras.
Con tal de escandalizar a todo volumen en el salón de sesiones la senadora Téllez llegó al extremo de utilizar un megáfono y la senadora Lucía Trasvina la sorprendió y le quitó de las manos el aparato.
Quizás hay quienes no lo tienen claro, lo valioso que es el respeto.
Cualquier desbordamiento o desmadre dañaría la imagen del poder legislativo.
Twitter y TikTok: @zarateaz1
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