Portar el uniforme, más que respeto, es sinónimo de ayuda, pues la gente se siente protegida. “Aún en plena contingencia, ya sea un incendio, inundación o derrumbe, al vernos llegar sienten una bocanada de alivio, lo que sin duda es un gran compromiso”. Foto: Cortesía.
Ciudad de México, 7 de marzo 2022 (REDACCIÓN / CDMX MAGACÍN).- Desde hace doce años, Irma Sandoval Muñoz, pertenece a las brigadas de la Dirección de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil Xochimilco. A lo largo de esta trayectoria, recuerda el apoyo que brindó tras los sismos de 2017 y la reciente pandemia por COVID-19.
Portar el uniforme, más que respeto, es sinónimo de ayuda, pues la gente se siente protegida. “Aún en plena contingencia, ya sea un incendio, inundación o derrumbe, al vernos llegar sienten una bocanada de alivio, lo que sin duda es un gran compromiso”, aseguró.
Con gran vocación de servicio y pasión por su trabajo, afirma que para ella es importante inculcar en otras personas, valores como el respeto y la solidaridad; en particular en sus cinco hijos y trece nietos ha sembrado esta filosofía de vida.
Su compañera, Maritza Molina Anaya, cuenta por su parte, que sus dos hijos la presumen a través de redes sociales. “Me etiquetan como la madre guerrera que enfrenta de manera valiente los problemas y situaciones”.
Ella acumula más experiencia en la corporación, desde hace nueve años se unió a las filas de Protección Civil. Con tristeza recuerda los acontecimientos de los sismos de 2017. “Me tocó apoyar en el pueblo de San Gregorio Atlapulco en donde se respiraba el miedo y el desconsuelo”.
Ambas brigadistas coinciden en que se dedican a una profesión en la que miran de cara a cara al peligro, por lo que para ellas es fundamental capacitarse constantemente y así prevenir y salvaguardar su integridad y la de la ciudadanía.
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