Línea Fifí

Por Martín de J. Takagui

Desde la primera mitad del siglo pasado, México se mostró ante el mundo como un país abierto, un país humanitario, un país sensible y capaz de procesar todas las dificultades para ofrecer a los perseguidos una nueva oportunidad de vivir y desde entonces, al recibir a los españoles exiliados por el franquismo, el presidente Lázaro Cárdenas mostró a un México defensor de la vida y nuestro país adoptó lo que se conoce hoy como un país con amplia tradición de refugio.

El refugio en términos del derecho internacional, son definidos por la Declaración de Ginebra de 1951, el Protocolo sobre el Estatuto de Refugiados de 1967 y la Convención de Cartagena de 1984, es una forma de migración y de protección que ofrece la comunidad internacional firmante de éstos a las personas que han tenido que huir de su país o han sido desplazados de sus comunidades por un inminente riesgo de ser asesinados.

Todo ello, por razonas políticas, de religión, por pertenecer a alguna secta o un grupo con formas de pensamiento diverso y que por razones humanitarias los países abren sus puertas o sus fronteras, para ponerlos a salvo. Se trata de una forma de migración muy especial, que en muchos de los países firmantes se procesa a través de los organismos migratorios, pero en México lo hace la Secretarías de Gobernación, de Relaciones Exteriores y del Trabajo, a través de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).

Esa gran tradición mexicana de ayuda a los refugiados surgió con la apertura de los puertos a los españoles perseguidos, pero más tarde se abrió un nuevo episodio masivo de refugio, cuando a principios de los ochenta la persecución y las masacres que perpetró el ejército guatemalteco contra los grupos indígenas de Guatemala hicieron cruzar la frontera del Río Zuchiate a decenas de miles de desplazados que se asentaron en los estados de Chiapas, Campeche y Quintana Roo, principalmente.

Sin duda es una gran tradición humanitaria que ha sido motivo de orgullo para México; sin embargo, existen casos como el actual, con el que es inexplicable la forma de actuar del gobierno y de la propia Secretaría de Relaciones Exteriores, con el caso de la población de Afganistán, país asediado por el gobierno Talibán una vez que las tropas internacionales encabezadas por el Ejército de Estados Unidos decidieron salir de ese país después de dos décadas de haber ocupado sus territorios.

En principio, las mujeres son algunas de las personas más vulnerables de aquel país, por las costumbres e imposiciones musulmanas y primero anunció la SRE, a través de su titular Marcelo Ebrard que un grupo de mujeres adolescentes estudiantes de Robótica llegaron a México para obtener la protección como refugiadas,

Horas más tarde, el propio canciller mexicano recibió también a 124 personas integrantes de 24 familias, entre las que vienen niñas y niños. Se trata de familias de corresponsales, de periodistas y trabajadores de medios de comunicación, entre los que destacan corresponsales de algunos de los medios estadounidense más influyentes como The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post.

Por lo que se sabe, el propio presidente Andrés López Obrador fue quien autorizó a Marcelo Ebrard, para que ordenada el traslado y recibimiento de los periodistas, a pesar de que se trata de un medio que ha criticado fuertemente al gobierno actual de México.

Hoy México abre sus fronteras a periodistas y a decir de Marcelo Ebrard, se trata de dar una muestra de que México respeta la libertad de expresión y por eso fueron recibidos en territorio nacional esos periodistas y sus familias.

Increíble declaración e increíble acción, por nosotros los periodistas qué bueno que sea un acto de solidaridad y de respeto a las libertades de expresión y de prensa, pero es absolutamente inverosímil esas acciones y esa declaración, ya que a lo largo de casi tres años, el presidente López Obrador ha criticado, ha descalificado y ha acusado de corruptos a los periodistas de su propio país y a quienes, incluso difunden sus actividades presidenciales.

Las abuelas lo calificarían como “candil de la calle y oscuridad de su casa”, pero la pregunta es ¿por qué a los periodistas a los que tanto aborrece? ¿por qué a quienes trabajaban en esos periódicos a los que llamó pasquines, cuando lo criticaron?

Habiendo miles de solicitudes de refugio a México por parte de la población afgana, cuál es la razón por la que se optó por ayudar a los periodistas que no somos del agrado del presidente y del gobierno en general.

¿Por qué ayudar y proteger a los periodistas afganos, cuando en México se vive un clima de violencia hacia los comunicadores, cuando en esta administración las cifras de asesinatos de periodistas no tienen precedente?

Es inexplicable ese gesto de buena voluntad hacia los periodistas, qué bueno que hoy están a salvo esas 124 personas esos comunicadores, pero habría que seguir preguntando qué fue lo que movió al gobierno para ayudar a los periodistas, a los que tanto odia.

Sigamos por la Línea Fifí.

David Polanco

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