Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Andrés Manuel López Obrador sufrió ayer la mayor derrota política y simbólica desde que es presidente: le arrebataron el monopolio del zócalo de la Ciudad de México. Muchas más personas que las 100 mil reconocidas oficialmente le ocuparon esa plaza sin la cual no se explicaría su carrera política, desde aquel 1993 que traía gente de Tabasco para hacer plantones, hasta que 25 años después ganó la Presidencia de la República.
También esos 500 mil ciudadanos –según los propios manifestantes– le dieron cachetada con guante blanco, porque previo a la marcha del 13 de noviembre pasado también en “defensa del INE” se burlaba y retaba a la gente a llenar el zócalo. Aquella vez no lo intentaron, pero al ver que la cantidad de gente que caminó ese día del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución, calcularon suficiente para atiborrar la Plaza de la Constitución y sus alrededores.
También derrota política para Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la CDMX y corcholata presidencial favorita de López Obrador, porque evidencia la enorme molestia de los capitalinos, esos mismos que en 2021 votó mayoritariamente en contra de lo que llaman “4T”, que ganó 9 de las 16 Alcaldías y tuvo más votos en conjunto la oposición que el oficialismo. Y hoy, en 2023, reprueban al gobierno de Sheinbaum.
El zócalo ha sido siempre el microcosmos que se proyecta como macrocosmos del país. En el imaginario colectivo representa a la nación, mucho más allá que sus límites físicos de 240 metros de largo por 192 de ancho. Es, en la historia de México, algo así como el ombligo del centro del país.
Ha sido símbolo de otras muy importantes luchas políticas: Francisco I. Madero llegó triunfal tras la caída del presidente Porfirio Díaz el 7 de junio de 1911. Ahí el pueblo fue a dar sus aportaciones para pagar la nacionalización petrolera de Lázaro Cárdenas. O las protestas del candidato presidencial derechista Juan Andreu Almazán por el fraude electoral que acusó en 1940. También ahí concurrieron tras el fraude electoral de 1988 los izquierdistas Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra y el derechista Manuel Clouthier.
En 1993 AMLO hizo sus primeros plantones en la Ciudad de México y conoció a Marcelo Ebrard, quien negociaba con él para que se regresaran a Tabasco.
Ese zócalo hasta donde caminaron, según esto, un millón de personas para protestar contra el desafuero de López Obrador en 2005; donde en julio de 2006 ordenó que se quedaran en un plantón (por cierto, el entonces presidente Vicente Fox no amuralló como ahora Palacio Nacional); ahí donde el 20 de noviembre de 2006 rindió protesta como “presidente legítimo” con las curules sustraídas ilegalmente del Antiguo Cabildo de la Ciudad de México; ahí en noviembre de 2012 celebró la creación del Movimiento de Regeneración Nacional que dos años más tarde devino en el partido Morena.
Ahí donde cerró sus tres campañas presidenciales y celebró su triunfo el 1 de julio de 2018. Ayer, ese patio frontal de su casa atiborrado, pero ahora muy distinto, pues no fue a convocatoria de él. Y no hubo frutsis, ni lonches, ni coerción a beneficiarios de programas sociales, ni pase de lista, ni acarreo. Ciudadanos que fueron por voluntad en defensa de su voto le arrebataron al presidente el zócalo, ese que fue el símbolo de su carrera política. Ahora viene la manifestación de AMLO el 18 de marzo. Intentará mostrar más músculo. Lo veremos.
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