Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
La jugada de la oposición de designar a su virtual candidata(o) presidencial tres días antes que Morena puede haber sido tan brillante, que lleve al presidente Andrés Manuel López Obrador a quemar naves en definitiva, pase lo que pase, con la ex jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, aun cuando no aumente en las preferencias en población general o incluso si descendiera.
Este movimiento, en términos de ajedrez, se llama la clavada, porque inmoviliza a Sheinbaum, la favorita presidencial: si la mueven, dejará descubierto al rey, lo que da ventaja al oponente que puede aprovechar para capturar una pieza valiosa y además ganar una mejor posición en el tablero. No queda claro si fue un descuido o exceso de confianza, pero AMLO no recurrió al enroque para protegerse de una jugada así de sus adversarios.
Desde el martes que Xóchitl Gálvez anunció formalmente frente a Palacio Nacional que competirá por la candidatura presidencial de oposición causó revuelo en redes sociales y no ha dejado de ser tendencia. Incluso, hay encuestadores que registran una burbuja que la coloca muy cerca de los todavía punteros Santiago Creel y Enrique de la Madrid, quienes igual que los otros suspirantes están topados, no van a crecer más. Era el mismo caso de Lily Téllez, quien por una circunstancia específica no podría hacer campaña en territorio.
Por eso, el escenario más probable es que Xóchitl conseguirá muchas más que las 150 mil firmas que requiere y ganará la consulta y la encuesta con bastante holgura. Entonces, el 3 de septiembre el Frente Amplio por México la anunciaría como su virtual candidata presidencial.
En ese momento, se habrá consumado la clavada. ¡Ni modo que López Obrador designe como candidato de su movimiento a un hombre! Sería un grave error cederle una nueva ventaja a Xóchitl, pues la 4T, desde López Obrador y en especial Claudia Sheinbaum llevan casi 5 años con un discurso de que es tiempo de las mujeres y por eso vitorean que en 2024 tendremos la primera presidenta de México.
Además, López Obrador ya no tiene otro candidato suyo. Adán López no creció y menos porque en la última semana se ha visto envuelto en escándalos, como usar relojes con valor superior a un millón de pesos o prestar un avión militar para uso privado de la familia de su coordinadora de campaña, abusos que desde hace muchos años ha criticado severamente López Obrador, como cuando Emilio Gamboa usaba helicópteros oficiales para que lo llevaran a jugar golf. Y puede ir peor en los 60 días de campaña que faltan.
En el tablero de López Obrador sólo quedaría Ebrard, que no es suyo. Designarlo sería, en los mismos términos de ajedrez, proponerle “tablas” a sus adversarios, porque éste le cuidaría las espaldas como ex presidente y también es cómodo para los grupos empresariales que quieren un cambio. Con Ebrard podría haber una transición más tersa, pero es prácticamente imposible que AMLO ceda un empate. Al contrario, seguro él, Morena, sus seguidores quemarán naves con Sheinbaum, a pesar del riesgo que deje de crecer y que después del 6 de septiembre le encuentren escándalos de corrupción en su gobierno en la CDMX, como la presunta red de adjudicaciones directas en favor de tres personas físicas y no de empresas, que podría alcanzar unos 266 millones de pesos en 100 contratos de la Secretaría de Salud, según denunció el miércoles por el alcalde Santiago Taboada. Lo veremos.
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