Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Que gran paradoja: al presidente Andrés Manuel López Obrador le ocurrió prácticamente lo mismo que a Felipe Calderón en los tiempos que fue primer mandatario: no puede darle la cara a la gente en la Ciudad de México.
El pasado 23 de enero, López Obrador acudió a la Alcaldía Álvaro Obregón, al sitio donde una semana antes –16 de enero– cayó una estructura de concreto de la obra del Tren Interurbano, que aplastó dos vehículos y por poco también cae encima de un hombre que estaba haciendo mecánica en un automóvil estacionado.
Aquel día, ni Morena, ni los Batres, dígase Martí, el jefe de Gobierno, y Valentina, diputada local que aspiraba a ser candidata a la Álvaro Obregón fueron capaces de organizar una visita del primer mandatario en la que le garantizaran condiciones políticas favorables, entre ellas que la gente afectada por el siniestro ya hubiera sido atendida por las autoridades y en ese momento su molestia fuera menor.
Pero no. López Obrador no pudo bajarse del vehículo en el que lo transportaban porque la gente estaba fúrica. Contraste absoluto con lo que ocurrió con la alcaldesa de esa Demarcación Territorial, Lía Limón, quien en esos mismos momentos dialogaba con los afectados y les entregaba apoyos, esos que ni el gobierno de Batres ni el federal pudieron llevar.
Todo un absurdo que evidencia la falta de sensibilidad política y humana de Morena, pues Batres y los funcionarios de su gobierno son muy buenos para organizar las precampañas y mítines de sus candidatas Claudia Sheinbaum y Clara Brugada en que acarrean a miles de personas para lo cual necesitan carretonadas de dinero. Pero en este caso de la ÁO no fueron capaces de apoyar a la gente afectada.
Si hubiesen tenido voluntad política y ese “amor al pueblo” del que tanto hablan, inmediatamente después del accidente hubieran ayudado a las personas. En primer lugar, a los propietarios de los dos vehículos destruidos. Pero no. A 10 días del incidente todavía se las siguen haciendo cansada para pagarles sus unidades. Les están pidiendo hasta el pago de los derechos vehiculares de este año, aunque no se ha vencido el plazo para sufragarlo.
Batres pudo también haber enviado gente de la Secretaría del Bienestar con refrigeradores, estufas, colchones, para apaciguar el enojo por las obras y los riesgos, así como acelerar el pago de los vehículos, pues finalmente los daños fueron causados por una construcción cuya responsabilidad es del gobierno capitalino.
La falta de sensibilidad política se vio hasta en titular de la Dirección Táctico Operativa de la Secretaría Protección Civil, Humberto González Arroyo, quien acudió a la obra hasta con zapatos nuevos, de charol– por cierto en desuso– y andaba más preocupado por que no se le ensuciaran que por atender a la gente.
El que López Obrador ya no pueda pararse frente a la gente en la Ciudad de México sin duda es una tragedia política, pues cuando fue jefe de Gobierno y todavía más después del desafuero, tenía el cariño y el respaldo de gran parte de los capitalinos incluso después de las elecciones de 2006, porque muchos consideraban que hubo fraude en su contra. Esa fue precisamente la razón por la que Calderón nunca pudo darle la cara a la gente de la capital. AMLO sólo ha ido a la ÁO un par de ocasiones (2019 y 2020) a supervisar la ampliación de la L12 del Metro, que por cierto va retrasada varios años, pero en visitas sumamente controladas, sin público. Esto podría ser un indicio de lo que vendría el 2 de junio: la derrota de Morena en CDMX. Lo veremos.
Comments