Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
La decisión de la senadora Xóchitl Gálvez de competir por la candidatura de la oposición a la Presidencia de la República puede resolver un doble conflicto que tienen los partidos de la Alianza Va por México, PAN, PRI y PRD. Por un lado, evitará una fractura en la CDMX cuando Santiago Taboada sea designado candidato, pues ya no generará inconformidades, ni siquiera el PRI, porque digan lo que digan, los panistas llevan mano en la capital del país.
Pero lo más importante que podría resolver la alianza con Xóchitl Gálvez es que, por su perfil, su historia, sus orígenes, su preparación, su conexión con la gente (a la que la 4T llama «pueblo”) es por fin tener una candidatura que pueda ser competitiva, sin duda por encima de Santiago Creel o Lily Téllez. A diferencia de ellos, Xóchitl tiene una coraza ante los embates de AMLO.
Xóchitl ya se ha enfrentado al presidente. Es la única persona en el país en cuatro años y medio de gobierno que le ganó un juicio de amparo ante su negativa de otorgarle derecho de réplica por lo dicho en sus mañaneras. López Obrador la acusó de estar en contra del programa de apoyo para adultos mayores por unas declaraciones que hizo ella en la Feria del Libro, en noviembre pasado. Ella consideró que el presidente faltó a la verdad. Siguió el trámite legal de solicitarle la réplica por escrito, y como se la negó, recurrió al juicio de amparo, que ganó hace un par de semanas. Por esa razón Xóchitl se presentó el lunes pasado en Palacio Nacional, con su amparo por delante, para pedir que se cumpliera la resolución del juez. Por eso tenía que ir sola, no era un mitin, nada de eso que no la quisieron acompañar. AMLO le volvió a negar la réplica, a pesar de que había comprometido su palabra de que si se lo pedía un juez sí se la iba a conceder. Xóchitl se fue a avisarle al juzgado que López Obrador no cumplió su sentencia. Sin embargo, la Consejería Jurídica de la Presidencia ya interpuso un recurso de revisión ante Tribunal Colegiado de Circuito, cuya sentencia definitiva e inatacable estaría saliendo en unos 3 meses, o sea mediados de septiembre, más o menos un mes antes que la alianza opositora elija a su candidato presidencial.
Si AMLO atacara tan frontal a Xóchitl como lo ha hecho con la mayoría de opositores que han levantado la mano, puede asumir costos ante la opinión pública. Esa es una de las grandes ventajas de la senadora, por sus orígenes: tiene ascendencia indígena otomí y una infancia y juventud muy precarias. Nació en 1963 en el pueblo de Tepatepec, en el Valle del Mezquital, en Hidalgo. Para poder estudiar, tenía que vender gelatinas todas las tardes. Ahí cursó la educación primaria y luego tenía que viajar diario 26 kilómetros ida y vuelta –como pudiera– hasta Mixquiahuala donde estudió secundaria y preparatoria. Al terminarla, vino a la CDMX y se ganó un lugar en UNAM, donde estudió ingeniería en computación, mientras vivía en un cuarto de azotea en Iztapalapa.
Xóchitl –quien no milita en ningún partido político– tiene mucho carisma y es bien aceptada en todos los ámbitos y clases sociales. Su gran prueba será obtener ese millón de firmas que se prevé sea requisito para pasar a la final en la selección de la candidatura presidencial de Va por México. Si las consigue, la oposición tendría a la candidata más fuerte de entre todos los que han levantado la mano hasta hoy, ella sí con posibilidades de ser competitiva frente al aparato electoral de Morena y su candidata (o). Lo veremos.
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