Desde antes del ayotzinapazo, el secretario de Seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch, no era aceptado por los duros, los radicales de Morena, esos que controlan el partido. Pero es la corcholata de Claudia Sheinbaum, y por eso lo impulsa como su sucesor, incluso en contra de los designios de Palacio.
Desde antes del ayotzinapazo, el secretario de Seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch, no era aceptado por los duros, los radicales de Morena, esos que controlan el partido. Pero es la corcholata de Claudia Sheinbaum, y por eso lo impulsa como su sucesor, incluso en contra de los designios de Palacio.

Glorieta de Colón


Que mal informada anda Sheinbaum. No le funcionan ni su secretario de Gobierno, Martí Batres (que más bien parece policía chino); tampoco su secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, a pesar de que tiene más de 70 mil “orejas” por todas las calles de México. Y menos su jefa de prensa, Paulina Silva, quien todo indica ni una buena síntesis informativa le entrega todos los días.

Y es que, resulta que el gobierno de la CDMX dice que desconoce que la Fiscalía General de la República (FGR) pretende robarle a ciudadanos más de 53 hectáreas de predios en Santa Fe, recurriendo al terrorismo legal de Estado.

A este paso, que se cuide Sheinbaum, no vaya a ser que también le estén dando todos los días encuestas “cuchareadas”, se vaya a confiar y le ganen la candidatura presidencial de Morena.

 

Valencia, trabajo de cañería

El aspirante de Morena a la alcaldía de Iztapalapa, Jesús Valencia, no la ha tenido tan fácil para limpiar el mugrero de la llamada “estafa maestra” de la 4T: la desaparición de más de 9 mil 500 millones de pesos de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), a cargo de Ignacio Ovalle, el amigo de Raúl Salinas (“el hermano incómodo” del ex presidente) que puso ahí AMLO.

Valencia ya se dio cuenta que no es lo mismo tapar ese fraude descomunal, que la limpia que tuvo que hacer en el DIF de la Ciudad de México, en los tiempos de Ebrard, por los despilfarros y excesos con recursos públicos que se daba la entonces esposa del jefe de Gobierno, Mariagna Prats.

Por cierto, en pago a ese trabajo de cañería, Ebrard hizo delegado de Iztapalapa a Valencia, cargo al que tuvo que renunciar de manera vergonzante a principios de 2015, luego de un “borrachazo”.

David Polanco

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